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Es posible que no importe lo tan tibio
del adiós, que nos confunda

lo simplísimo de la fecha o de las horas,

lo durísimo de irse yendo con el tren a los andenes

lejanos del lugar que compartimos,

lo más duro aún de recordarnos tan adentro.

es posible, creo yo, si la memoria no me engaña,

recibir algún mensaje de esos días, un golpe de luz

sobre los ojos que, aun calientes de las lágrimas,

no perciben con claridad cada recuerdo;

y es posible, seguro, tan seguro estoy de que así sea,

tan firme me parece la memoria, tan severo

el olvido con lo inútil, que esta voz que te recuerda imprescindible

se engaña si te piensa de otra forma