primer encargo

Semillas (primer borrador)

Día uno
Apenas si había clavado la pala en la tierra que los olores del jardín le emocionaron. No nos molestamos en oler la tierra de cerca, no soportamos mojarnos las rodillas, ni mancharnos los pantalones sin pensar ni una milésima de segundo en que luego habrá que poner no sé cuantas lavadoras, y en la plancha, y en lo malo que debe ser para las articulaciones, que ya no tenemos años…Pero a mí que puede importarme todo eso. Yo solo quiero quedarme aquí hasta que nazcan las semillas, quiero observar y pasar con ellas todo el tiempo hasta que asomen, cada minuto junto a la tierra.
Los meses de marzo no son tan duros como antes, pero aun así son fríos…

[…]

Día cinco
Hacia ya dos días que su mujer ni siquiera se molestaba en intentar convencerlo de que entrase en casa. Al menos por la noche, decía. El no levantaba la vista de la tierra ni un segundo, ni un solo segundo en esos cinco días. A veces se dedicaba a ver si era capaz de ver dos gotas que cayesen exactamente en el mismo sitio, pero se había dejado las gafas en la cocina, y le costaba distinguirlas. Dormía con los dedos ligeramente hundidos en el parterre y la cabeza desnuda sobre la hierba.


Día siete
Ella nunca le había visto llorar y gritar de ese modo, nunca. No podría decir si le dio pena o si lo que sintió fue una enorme fatiga, pero no lo acompañó al hospital. Sin embargo, siguió dándole vueltas durante un buen rato, sentada junto al gran ventanal, mirando el jardín vacío. Porque en el fondo…a quién importa que las rosas azules no existan? seguro que fue la semana más feliz de su vida…