fragmentos (2)

no dejaba de mirarla; quizá pensaba que si apartaba la vista un segundo la muñeca abandonaría esa actitud inocente, de sonrisa bonachona, para transformarse en algo inesperado y tal vez monstruoso; permaneció un buen rato así, sentado junto al fuego, hasta que su madre apareció en la puerta; “¿no juegas con ella?” le dijo, y al no recibir respuesta se acercó hasta la mesa y destapó las sucesivas muñecas colocándolas en fila junto a la otra sin saber que para él se había multiplicado el horror...